Potencia 9: Revolución Industrial



The Industrial Revolution was the transition to new manufacturing processes between XVIII century until XIX century. Here the time traveler is going to see the bad conditions of the workers (mostly women and childs)

Después de mi última y traumática experiencia con aquella tostadora, tenía un extraño miedo por volver a viajar, pero ya era algo que no podía evitar. Me encontraba ante la penúltima potencia, sabía por descarte, que sería la revolución industrial pensé que no podría encontrarme nada más horrible que una guerra pero... me equivocaba.

Sabía de antemano que la Zaragoza industrial no se parecía ni de cerca a la industrialización de Londres, me imaginaba un ciudad llena de altas chimeneas que echaban humo negro, altas fábricas y un cielo encapotado debido a la contaminación. Me habría parecido una ciudad con encanto, pero en vez de esto me encontré una industrialización basada principalmente en lo agrícola y textil. Me llevé una gran decepción, pero quise ver más aun así.

Había una gran diferencia entre los burgueses y el proletariado obrero. Mientras unos vestían con ropajes y se daban aires de grandeza, los otros vivían en la absoluta pobreza. Vi a un niño en la calle con la cara manchada y ropa rota, y me acerqué a preguntarle dónde estaban sus padres. Se asustó al verme (supongo que por ir bien vestido) y durante toda la conversación me trató de usted. El chiquillo me contó las duras condiciones de trabajo en la fábricas para la miseria de dinero que recibía a cambio: Jornadas superiores a 12 horas en condiciones infrahumanas, muchos de sus compañeros habían muerto debido a enfermedades provocadas por las mismas fabricas, y a nadie le importaba la sobreexplotación de estos. Fui a una tienda y compre un saco de patatas y carne (parecía bacon) y se lo di al chaval. Me miró con muchísimo agradecimiento (parecía que no había comido nada consistente en días) y le pregunte si podía acompañarme a su fábrica, el aceptó gustosamente.

Después de media hora de caminata llegamos a la fábrica textil, cuando entré la sorpresa fue que los trabajadores eran únicamente niños y mujeres. Por lo que había estudiado usaban lanzaderas volantes para tejer a mano y toda la fábrica estaba llena de rodillos y correas que unían las maquinas con el árbol de transmisión. Entramos en la sala de calderas y allí me contó que su padre se encargaba de añadir el carbón a la caldera, y si había algún problema mecánico, tenía que arreglarlo, y le pregunté si no eran peligrosas. Antes de que respondiera, vi al padre del chico lleno de quemaduras y sin una pierna, lo que respondió a mi pregunta. El hombre me miró fijamente y me
agradeció el regalo que les hice. Me despedí de ellos, toqué la tostadora y aparecí de nuevo en mi cocina, si hubiera estado un minuto más en esa fábrica seguramente habría roto a llorar.

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